"Cuando se rompen las normas del Tiempo, el instante más pequeño se rasga como un vientre preñado de eternidad. El éxtasis es el goce de sentirse engendrado en el infinito de ese instante."
La Lámpara Maravillosa.
Ejercicios Espirituales de Ramón del Valle-Inclán
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Ejercicios Espirituales de Ramón del Valle-Inclán
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[[Capítulo 1]]No hacía mucho que Lorenzo, el linternista más famoso de Madrid, había salido con su bicicleta motorizada para llevar la magia de su lamparilla por los pueblos de alrededor. De él se decía que no hacía ningún truco que de verdad eran fantasmas los que tenía atrapados en su aparato óptico.
Uno de esos aparatos había sido adquirido por un mayor Ramón María del Valle-Inclán, dramaturgo, novelista, poeta y entusiasta de la linterna mágica. Éste se encontraba arreglando la máquina en su gabinete. Tocaba todos los botones ya que era la primera vez que dejaba de funcionar. Profería todo tipo de maldiciones pues esa noche había sido invitado a la Real Academia de Bellas Artes para dar un espectáculo de magia y fantasmas. No podía asistir con el cacharro roto.
-¡Repámpanos!¿Qué botón debo pulsar?
[[El de arriba]]
[[El de atrás]]
<a href="https://imgur.com/2vs21QB"><img src="https://i.imgur.com/2vs21QB.jpg" title="source: imgur.com" /></a>-Bueno es el más cercano…vamos a ver qué ocurre.-Susurró Valle-Inclán mordiéndose la lengua mientras pulsaba el botón.
Lo único que pasó es que hizo el ruido de encendido sin estar encendida. Se había equivocado de botón. El mayor soltó un suspiró y volvió a intentarlo con [[El de atrás]]
Pulsó el interruptor posterior y de repente, se escuchó un estruendoso sonido proveniente del interior de la máquina. El mayor se alejó lentamente. La linterna se encendió sola proyectando en la pared nívea del gabinete de Valle-Inclán una imagen desgarradora de un espectro. El mayor entreabrió la boca y se acercó a la proyección.
-No recuerdo tener este vidrio. -Susurró acomodándose sus diminutas lentes.
[[Examinar el espectro]]
[[Apagar la linterna mágica]]
Se acercó hasta la imagen proyectada sobre la pared. Estática. Con cara de pavor. Su figura estaba distorsionada. No podía distinguir su rostro, en cambio, podía adivinar que vestía un traje. Se dio la media vuelta pues no había nada más que pudiera sacar en claro sobre ese espectro.
-Creo que es mejor que me vaya a tomar un café. El trabajo me está afectando. -Se dijo a sí mismo alargando su brazo mecánico para apagar la linterna.
Por el rabillo del ojo, pudo ver un leve movimiento detrás de él. Giró el cuello y observó que la imagen se había movido hacia la derecha. Apagó rápidamente el interruptor y tragó saliva.
-Sí, necesito salir de aquí. -Dijo buscando con la mirada su sombrero y abrigo.
[[Salir a la calle]]
<a href="https://imgur.com/N4tmuhC"><img src="https://i.imgur.com/N4tmuhC.jpg" title="source: imgur.com" /></a>-Creo que es mejor que vaya apagando el cacharro. El trabajo me está afectando, debería salir a tomarme un café. -Se dijo a sí mismo alargando su brazo mecánico para apagar la linterna.
Por el rabillo del ojo, pudo ver un leve movimiento detrás de él. Giró el cuello y observó que la imagen se había movido hacia la derecha. Apagó rápidamente el interruptor y tragó saliva.
-Sí, necesito salir de aquí. -Dijo buscando con la mirada su sombrero y abrigo.
[[Salir a la calle]]
Zepelines surcaban los cielos en esa soleada mañana. Vehículos de vapor de varias clases transitaban de un lado a otro de la ciudad. Músicos tocaban los más dispares instrumentos mientras intentaban llamar la atención de los ocupados transeúntes. Valle-Inclán no paraba de pensar en aquella misteriosa figura. Le costaba hallar un sentido racional a aquello que había sido proyectado.
Pagó a un transportista de autos libres para que lo llevara a la calle del Príncipe pues su café favorito se encontraba allí.
Nada más bajar del vehículo, un gato negro se restregó contra sus piernas.
-¡Vaya Miuchi no te esperaba a estas horas! –Exclamó el hombre mirando al coqueto gato que andaba a su lado. Miuchi era el protagonista del café al que se dirigía. Por supuesto Miuchi se lo había puesto él ya que la cafetería se llamaba “El Gato Negro”
[[Pasar a la cafetería]]
<a href="https://imgur.com/PQVFlp7"><img src="https://i.imgur.com/PQVFlp7.jpg" title="source: imgur.com" /></a>El establecimiento no destacaba por ser especialmente luminoso, si no todo lo contrario, una luz opaca invitaba a los clientes a acomodarse en uno de los confortables asientos. La camarera saludó al frecuente tertuliano que enseguida buscó su sitio.
-¿Lo de siempre o quiere otra cosa diferente? -Preguntó la chica.
[[Lo de siempre]]
[[Algo diferente…quizás más fuerte]]
-Lo de siempre, por favor. –Enunció entrelazando los dedos encima de la mesa.
Enfrente, un hombre miraba fijamente un pequeño aparato a través de unas gafas enormes. Se preguntó si en realidad podía ver a través de esos anteojos.
La camarera le trajo su habitual café con leche no muy recargado y un sobrecito de azúcar.
-¡Gracias!
-De nada.- Respondió la camarera haciendo una suave reverencia.
El hombre de enfrente soltó una risilla. ¡Rayos, si sólo estaba mirando un cacharro!
[[Mejor terminarse el café que luego se enfría]]
[[¿Pero de qué se ríe?]]
<a href="https://imgur.com/fploGYy"><img src="https://i.imgur.com/fploGYy.jpg" title="source: imgur.com" /></a>-Hoy me apetece algo diferente que siempre tomo lo mismo. Cambiar es bueno. ¿Qué me recomienda?
-¡Le voy a servir algo especial! Siéntese que enseguida le traigo la sorpresa.
-¡La sorpresa! ¡Ay María, María! –Valle-Inclán movió la cabeza de un lado a otro mientras sonreía.- Vamos a ver la sorpresa que nos prepara María.
Se sentó donde siempre y entrelazó los dedos esperando. Enfrente, un hombre miraba fijamente un pequeño aparato a través de unas gafas enormes. Se preguntó si en realidad podía ver a través de esos anteojos.
La camarera le trajo el café con orujo que le había preparado.
-Aquí tiene. Espero que le guste y no beba muy rápido.
-Estoy ya mayor pero no tanto. –Enunció en forma de reprimenda el escritor. –Ummm…esto está delicioso. Pero ya sé lo que es. No es tanta la sorpresa. –Dijo dejando la taza en la mesa.
De repente, el hombre de enfrente soltó una risilla. ¡Rayos, pero si sólo estaba mirando un cacharro! ¿Qué le causaba tanta risa?
[[Mejor terminarse el café que luego se enfría]]
[[¿Pero de qué se ríe?]]
<a href="https://imgur.com/fploGYy"><img src="https://i.imgur.com/fploGYy.jpg" title="source: imgur.com" /></a>El escritor sacó un pequeño cuaderno de su abrigo y un lapicero. Empezó a anotar lo que había sentido anteriormente:
“En este amanecer de mi vocación literaria hallé una extrema dificultad para expresar el secreto de las cosas, para fijar en palabras su sentido esotérico, aquel recuerdo borroso de algo que fueron, y aquella aspiración inconcreta de algo que quieren ser.”
Ojalá estuviera su amigo Rubén Darío ya que tenía muchas cosas que contarle.
El hombre de enfrente se quitó las gafas revelando unos enormes ojos verdes. Pidió a la camarera que le preparara otro zumo de naranja. Miró fugazmente a Valle-Inclán y después se volvió a poner las gafas.
El escritor se levantó de su asiento y se sentó al lado del extraño. La curiosidad estaba empezando a comerle.
[[-¿Quieres fumar? –Preguntó mostrándole su pipa de cáñamo]]
El escritor se levantó de su asiento y se sentó al lado del extraño. La curiosidad estaba empezando a comerle.
-¿Quieres fumar? –Preguntó mostrándole su pipa de cáñamo.
El hombre se quitó las gafas revelando unos enormes ojos verdes. Jamás había visto unos ojos así en su vida. Quizás el extraño no fuera de aquí.
-¿Hablas mi idioma? –Inquirió el escritor.
-Sí. Hablo perfectamente el español. –Dijo con acento francés. – Gracias pero ahora mismo no me apetece fumar. ¿Quiere saber qué es esto? –Interpeló el hombre como si le hubiera leído la mente.
Valle-Inclán afirmó mientras le daba una calada a su pipa.
-Lo llamo “Resonancia de la Realidad”. A través de los anteojos puedes ver varias figuras alrededor de tu campo de visión. Mire, pruébelo.
[[Ponerse las gafas de “Resonancia de la Realidad”]]
Como si de un espectáculo espiritual se tratara, vio a la izquierda enormes figuras de Alicia y el conejo metiéndose en la madriguera. Miró hacia el frente y Alicia caía por un largo túnel. A la derecha finaliza su caída en una estancia. Se escuchó un “clic” y la visión ahora se trataba de Alicia bebiendo una botella con la etiqueta de “bébeme”. Volvió a girar el cuello hacia el frente y vio a Alicia diminuta con cara de asombro. A la izquierda, Alicia ve un pastel que pone “cómeme”
-¡Qué sagrado terror y qué amoroso deleite! –Exclamó el escritor quitándose las gafas. - ¿Qué acabo de ver? ¡No es muy diferente a la linterna mágica!
-Es de la misma empresa que fabrica linternas mágicas en Francia. Por lo que tengo entendido sólo existe un pequeño comercio de esa empresa aquí en Madrid.
-¡Y así es! El más famoso linternista de nuestra comunidad es dueño de esa tienda. Mi linterna pertenece a ese comercio. [[Por cierto, ¿no sabrá usted de linternas mágicas?]]
<a href="https://imgur.com/VaTzCXZ"><img src="https://i.imgur.com/VaTzCXZ.jpg" title="source: imgur.com" /></a>El extraño, al escuchar el ofrecimiento del hombre se quitó las gafas y se quedó mirando a su interlocutor.
-Gracias pero ahora mismo no me apetece fumar. –Dijo con acento francés. -¿Quiere saber qué es esto? –Interpeló el hombre como si le hubiera leído la mente.
Valle-Inclán afirmó mientras le daba una calada a su pipa.
-Lo llamo “Resonancia de la Realidad”. A través de los anteojos puedes ver varias figuras alrededor de tu campo de visión. Mire, pruébelo.
[[Ponerse las gafas de “Resonancia de la Realidad”]]
-¡Por eso he venido aquí! Últimamente están dando problemas. Se han visto una serie de fantasmagorías demasiado reales.
-Creo que he visto algo así está mañana. Un espectro que no tenía en mis vidrios. Tenía una expresión aterradora y vestía igual que yo. ¿No sabría decirme de qué se trata?
-Tengo una ligera idea. Pero, claro, aún es una hipótesis. Verá, ¿alguna vez ha pensado qué pasaría si nos quedamos atrapados en un lugar donde el tiempo fuera diferente al que conocemos? Una burbuja distorsionada. Donde doce horas nuestras fueran un segundo en ese eco de nuestro tiempo. Y que la linterna maravillosa fuera una puerta, un camino hacia ese eco…pero no todas las linternas son capaces. Se necesita algo más, algo que…aún no sé lo que es.
-Sabias palabras. Me deja usted perplejo. No sé qué decir. Nunca había pensado que el aparato de fantasmagorías podría albergar fantasmas de verdad. Obviamente, debe seguir investigando. Y yo también. He de admitir que todo este asunto me produce un agradable interés.
-Mi tiempo en esta cafetería ha llegado a su fin. Debo seguir con mi trabajo de investigación. –Dijo el extraño levantándose del asiento y [[recogiendo sus bártulos.]]
"Hallé y gocé como un pecado místico la mudanza de las formas y el fluir del Tiempo. Años enteros de mi vida eran evocados por la memoria, y volvían con todas sus imágenes, llenos de una palpitación eterna. El momento más pequeño era un sésamo que guardaba sensaciones de muchos años. Mi alma desprendida volaba sobre los caminos lejanos, los caminos otras veces recorridos, y tornaba a oír las mismas voces y los mismos ecos."
(Escribiría Ramón del Valle-Inclán [[más tarde)]]
-No le he preguntado su nombre. –Expuso el escritor antes de que el francés se marchara.
-Max. Me llamo Max. Y estoy seguro de que nos volveremos a ver. Quizás en este café o quizás en otro sitio. ¡Au revoir!
Max abrió la puerta de la cafetería y una amalgama de personas y alaridos invadieron la tranquila estancia de “El Gato Negro”. Algo raro estaba pasando en la calle.
Valle- Inclán se levantó de la silla y marchó hacia la puerta. [[Observó el espectáculo dantesco]]
Un cadáver de un varón yacía en el suelo boca abajo. La gente había formado un corro alrededor del muerto. Apenas le dejaban ver más.
[[No hacer nada]]
[[Inspeccionar el cadáver]]
Mejor no remover nada para que la policía pudiera examinar el escenario del crimen sin adulterar. Miró hacia la entrada de la cafetería. Max se había ido. Y así iba a hacer él también.
-¡Qué cruz más rara! –Escuchó el escritor detrás de él. Un hombre había investigado el cadáver y al parecer se había encontrado con un objeto que portaba el muerto. La curiosidad hizo que caminara lo suficiente como para observar aquel descubrimiento. Reconoció la cruz al instante, pertenecía a la “Orden Legítima de la Sabiduría”.
-No puede ser…-Susurró perplejo.
“La Orden Legítima de la Sabiduría”, era conocida por albergar las más ilustres eminencias en todos los campos de la cultura. Hace semanas le habían ofrecido ser uno de sus “caballeros” pero aún se lo estaba pensando. En fin, esos eran otros asuntos. Ahora debía tomar una rápida decisión.
[[Pagar a la camarera]]
[[Volver a casa]]
Valle-Inclán se abrió paso entre la muchedumbre arrodillándose ante el fallecido. Había muerto por un apuñalamiento en el estómago. La sangre fluía cual río carmesí en la fría piedra callejera. Observó sus brazos y vio que tenía el puño apretado. Algo brillaba en su mano.
[[Ver lo que contiene el puño]]
[[Investigar la ropa]]
<a href="https://imgur.com/bVZWWJi"><img src="https://i.imgur.com/bVZWWJi.jpg" title="source: imgur.com" /></a>Abrió lentamente su puño y extrajo una cruz. Una cruz que reconoció al instante. Pertenecía a la “Orden Legítima de la Sabiduría”.
-No puede ser…-Susurró perplejo.
“La Orden Legítima de la Sabiduría”, era conocida por albergar las más ilustres eminencias en todos los campos de la cultura. Hace semanas le habían ofrecido ser uno de sus “caballeros” pero aún se lo estaba pensando.
Se puso de pie echando una miranda hacia la entrada. Max había desaparecido.
[[Pagar a la camarera]]
[[Volver a casa]]
Palpó por los bolsillos del pantalón y no halló gran cosa. Era raro que no tuviera nada de documentación, ni de dinero. Quizás le habían robado antes de acuchillarlo.
[[Ver lo que contiene el puño]]
-Casi me olvido de ti, María. Aquí tienes. Gracias por el café. Ahora debo marchar. Tengo prisa. –Enunció Valle-Inclán dejando el dinero sobre la barra y sin dirigirle ni siquiera una mirada a la chica.
[[Volver a casa]]
El corrillo de cotillas aún seguía en la calle y cada vez que pasaban los minutos, había más y más gente. Hasta el gato negro había metido sus narices en aquel terrorífico cuadro. Era obvio que la policía no tardaría en llegar. Aquella muerte debía tener algún significado. ¿Quizás era el fantasma de la linterna maravillosa? ¿O quizás era causa de su mente que quería respuestas a tantos enigmas?
Max le había abierto la mente a una mística posibilidad fuera de su alcance, la cual llamaba irrefrenablemente su curiosidad.
La mejor idea era volver a casa para comprobar si aquel espectro seguía dentro de la linterna o si se había esfumado como [[el alma de aquel muerto.]]
“¡Cuántas veces en el rictus de la muerte se desvela todo el secreto de una vida! Hay un gesto que es el mío, uno solo, pero en la sucesión humilde de los días, en el vano volar de las horas, se ha diluido hasta borrarse como el perfil de una medalla. Llevo sobre mi rostro cien máscaras de ficción que se suceden bajo el imperio mezquino de una fatalidad sin transcendencia.”
[[Ramón del Valle Inclán. La lámpara maravillosa. Ejercicios espirituales]]
[[Fin del primer capítulo]]FIN