Escapada por Londres

Si quieres tener ambientazo, pínchate la siguiente canción de Spotify:


Érase una vez


— Me parece irreal, que los largos campos acotados por frondosos árboles y vigilados por pequeños chalets de fachadas de piedra dejen paso a esta enorme ciudad que amenaza al cielo con sus puntiagudos rascacielos.

(suspira) ¿De verdad, Giny? Es como cualquier otra capital europea.

— Shh, Henry. Para ser más exactos ya no son Europa. Los británicos salieron de la Unión Europea.

— Es verdad. Nunca me dejaré de preguntar cómo les pudo parecer una buena idea.

— Mira el lado positivo, my dear brother, estamos en la capital de la lluvia, de los edificios con fachada de ladrillos y suelo de moqueta. La capital de las tardes cozy leyendo en el sofá mientras la lluvia repiquetea contra la ventana.

— leyendo en el sofá mientras la lluvia repiquetea contra la ventana.

— Y por último pero no menos importante. La capital de lo inquietante, lo siniestro, del crimen, de los asesinatos.

— Ya, ya, y la cuna de muchas de las obras de Agatha Christie y Sir Arthur Conan Doyle.

— Le quitas la emoción a todo, bro. (Hace un marco con los dedos de ambas manos, enmarcando un rascacielos). ¿Ves ese edificio que tiene una sección enmarcada con luces?

— Sí, ¿qué pasa con él?

— Ahí hubo un asesinato.

(Se golpea con la mano en la frente.) Solo llevamos un día en Londres y ya me arrepiento de haberte traído.

— Es que piénsalo bien, ¡han habido asesinatos por todo Londres! En la Torre de Londres decapitaron a dos de las mujeres de Enrique VIII. La leyenda de Jack el destripador nació aquí. Y por no hablar de que el parlamento mató al rey Carlos I por curiosear la sala de los comunes.

— Yo creo que eso fue más por escenificar que el rey no tiene poder de legislar.

— Tsh, tsh, no me interrumpas. Porque si hay algo que mola más que las historias de asesinato son las historias de fantasmas y entonces solo podemos hablar de la Abadía de Westminster y su cementerio.

(Cruza los brazos y pone una media sonrisa.) Como sigas con tus historias la que va a terminar en el Rincón de los Poetas de Westminster serás tú.

(Se sonroja y se oculta tras la hoja de su chubasquero.). Ojalá ser una reconocida escritora de la talla de William Shakespeare. Pero las historias que escribo son solo para despejar la mente después del trabajo.

(Henry se ríe).

— ¿De qué te ríes?

— Te lo contaré cuando volvamos a casa.

(Giny infla sus mofletes) Dímelo. Soy tu lil’sis y no puedes resistirte a mis encantos de hermana pequeña.

— Solo te diré que si tanto te saca de quicio el trabajo que tienes deberías buscarte otro.

— No intentes distraerme del asunto principal, señorito. Estamos de escapada en Londres para olvidarnos de nuestros respectivos trabajos. ¿recuerdas?

— Y para buscar inspiración para nuestras historias.

— ¿Nuestras? ¿Tú también escribes?

— Sí, también para escapar de la maratón de desgracias que nos ha tocado vivir a nuestra generación.

— Qué bonita elección de palabras, bro. Cuando volvamos a casa me enseñas algo de lo que has escrito, que tengo infinita curiosidad.

(Señala a la bandera en lo alto de Buckingham Palace) ¿Recuerdas lo que nos dijo el guía del tour sobre lo que significa esa bandera?

— Yes, of course! Que el rey está en el edificio. ¿Crees que si nos quedamos aquí podremos verlo?

— No lo sé, pero no apostaría por ello.

En ese inocente momento El Buckingham Palace estalla en mil pedazos. En medio de todo el caos solo se podía escuchar “Abajo el capitalismo, la monarquía y todas las tradiciones que no funcionan”.

Ese día Giny perdió la verborrea, la capacidad de emocionarse por cada pequeño detalle y a su hermano.

A los pocos días de volver a casa Giny recibe un correo electrónico de una editorial con la inesperada noticia de que publicarán la antología de cuentos que escribió para olvidarse de su antiguo trabajo. Ella pidió añadir una dedicatoria: “En memoria de mi querido hermano”.


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